miércoles, 17 de febrero de 2010

Intermono

Me parece que nunca antes había vivido algo similar con tanta ansiedad.

El pasado viernes por la noche no conseguí entrar en Internet. Revisé el router, y no se asignaba IP externa. Resulta que en casa nos hemos pasado a Telefónica (sii, lo sé, no me lapideis todavia). Mi padre estaba algo mosca con el servicio de Tele2 así que cogió una ofertilla de un año de 10 MB de Telefónica a buen precio (pasado ese periodo la factura explota por encima de los 40€ o más, ese día buscaremos otra cosa).

Así pues el viernes nos "echaron" de los servidores de Tele2. Yo, que "por probar que no quede", intenté conectar con Telefónica pero no dió resultado, evidentemente. Así que en casa nos hemos tirado de viernes noche a martes noche sin internet. Jesús, María y José que cruz!!

El viernes no parecia que fuera nada grave. Total, he pasado findes enteros sin tocar el ordenador y nunca ha sido un problema, pero porque SABÍA QUE ALLÍ LO TENDRÍA ESPERÁNDOME!!

Lo que es estarse un sábado por la tarde en casa sin internet, ay! Nunca antes había pasado tantas horas en el piano (y lo bien que me fue), pero no pude menos que maldecir a Telefonica como cinco o seis veces a lo largo de esa misma tarde. No sabía qué otra cosa hacer! Pensé en ver una peli. Pero las que ya tengo no me apetecían y en la tele no había nada de valor. Pensé tambíen en ser práctico y eficiente, y ponerme a trabajar en el proyecto de web que tengo entre manos, pero al querer sacar una imagen de street view, a los 3 segundos de tener esa idea, me di cuenta de que seguía bloqueado, así que de vuelta al piano otra vez. Y el lunes me descubrí a mi mismo chateando por el móvil, que es más incómodo que tener a Ramoncín en la ducha vigilando a ver que cantas.


Mis padres también lo han pasado mal. Mi padre ordenando todo el despacho porque no tenía más excusas, mi madre estudiando, que remedio. Luego llamándome al trabajo que "cuando llega el internet?" que "a dónde hay que llamar para tener internet?" Esa angustia generalizada me resultó bastante cómica, con un punto de reflexión interesante: ¿Tanto estamos (en mi casa por lo menos) dependiendo de internet para nuestros quehaceres habituales y rutinarios? ¿Es éso bueno o deberíamos mirar de cambiar ciertos hábitos?

En fin, al final internet llegó ayer por la tarde y yo recibí un correo en clase de parte de mi madre que proclamaba "YA FUNCIONA!!!", y dadas las horas a las que llegó el mensaje, no pude menos que reirme imaginando a mis padres actualizando la página de Google cada 30 segundos con la mirada fija y desesperada en la pantalla del PC durante horas.

Creo que debo reflexionar sobre el uso que internet hace de mi durante a saber cuantas horas diarias, y hacer algo al respeto. Pero... más adelante, ahora me voy a ver Barrapunto, a ver que nuevas me traen. n_n

PS.: (Después de ese sábado, el piano suena mejor realmente. :D)




lunes, 15 de febrero de 2010

Fechas señaladas

A las personas nos gusta tener días especiales. Bien queremos que cada día sea de provecho y agrado nuestro, pero también queremos y nos gustaría que 'ciertos' acontecimentos de nuestra vida tuvieran un valor épico, ya fuera en nuestros recuerdos así como en los recuerdos de cuanta gente podamos implicar.

En general esos acontecimientos suelen tratar temas tan poco habituales como bautizos, comuniones, bodas, cumpleaños, despidos, jubilaciones, ascensos laborales, celebración de competiciones, logros personales, "juebebes" universitarios, fin de exámenes, y otros tantos que podría citar.

Evidentemente cada uno nos marcamos con un circulito en rotulador rojo cada una de las fechas que queremos recordar para siempre con una sonrisa, y para cada cual son fechas diferents.

Hay gente a la que le gusta celebrar cada uno de sus cumpleaños sin excepción. Da igual que sean 42 o 27, o 33 y medio. El mensaje "Qué faena para el mundo si yo no llego a nacer!!" queda impreso en la autoestima de esas personas. Otras personas deciden no celebrarlo nunca, en un alarde de rebeldía inconformista con las presiones de la sociedad. Otras simplemente, celebran ciertos cumpleaños, los diez, dieciocho, veinte, veinticinco, treinta, cuarenta, cincuenta, ...

Yo por mi parte he celebrado algunos de éstos, pero pensando pensando, me doy cuenta que no logro acordarme de qué narices hice en mi decimooctavo cumpleaños. Me resulta estraño porque para mi era una fecha señalada y bien creo que "algo" hice para celebrarlo. Por fin era (a nivel legal) un adulto. Podría conducir (previo pago y examen XD), iría a la universidad, ya no tendría que dar explicaciones de dónde iba o el porqué de algo. Seguro que hice algo grande ese día, pero, como tampoco bebía, no puedo decir que no lo recuerdo por el exceso de alcohol. ( Mira que si algo tengo organizado yo en mi vida, son mis recuerdos eh? .. que rabia) XD

Fuera como fuere, los 18 son una edat que a la mayoría nos gusta celebrar. Por eso, cuando alguien que conozco se acerca peligrosamente a esa edad, me gusta ser partícipe de la importancia que tiene para esa persona el hecho de cumplir dieciocho años.

El miércoles pasado fui a celebrar los 18 con una buena amiga. Como ya tenía la gran fiesta planeada para el jueves noche, la invité a cenar el día antes. No fue la gran fiesta, ni el gran banquete, no hubo orquestras ni galas. No bailó nadie, y menos aun cantar un cumpleaños feliz.
Pero fue bonito. Estuvimos hablando de todo tipo de cosas, riendo y sonriendo sin cesar. Una cena distendida, tranquila, confortable. Sinceramente, me sentí muy cómodo durante toda la velada y espero que así fuera para mi acompañante también.
Después de cenar, volvimos a casa y nos quedamos en el coche escuchando un CD que a ella le gusta mucho, hasta que se acabó la bateria del coche (es decir, 10 minutos u_u) y no tuve narices de encender el motor de nuevo (con lo que al día siguiente, ir al trabajo sería una aventura mañanera).



No fue ciertamente la madre de todas las noches, pero si fue por lo menos una noche para recordar y que a uno le sonría el corazón. Menos es nada, "que como frase, pues queda muy bien." ;)

Felicidades Mimi!

P.S.: Por más que lo intento tampoco logro recordar que es lo que me dijo esa moza que quería hacer con su vida el año siguiente. Ya me lo recriminó en la cena, y no logro acordarme!!! (me estoy haciendo viejo?)

P.S2(updated!).: Siento el retraso! en casa me he quedado sin internéee!!

jueves, 4 de febrero de 2010

Nada como una cama



Casi todas las noches, por suerte, uno puede dormir en su cama. Una cama de talla "pocket" como yo, de 80 x 180 cm, sin demasiadas historias.
Un somier normal y corriente, con eje central de metal con varias láminas de madera transversales. Sin revolución del descanso, sin complicaciones.
El colchón, de muelles (antes era de espuma simple de cuatro dedos de grosor pero, tras trece o catorce años de fiel servicio, decidimos cambiarlo), tiene un lado de invierno y uno de verano, aunque sólo se sabe qué lado es el malo cuando uno se levanta empapado en verano por el calor.
La almohada es de espuma con efecto "memoria", aunque su verdadera cualidad es el grandioso Alzheimer que padece. Siempre se le olvida que alguien ha tenido la cabeza allí durante más de seis horas. Siempre vuelve a estar como el primer día, lo cual se agradece puesto que es como estrenar almohada cada noche.
Las sábanas son de ropa. Y punto. Ni sedas ni nada. Sólo en invierno, van rellenitas (las que se dejan) de un nórdico no muy gordo.

Presentada la cama al público lector, faltaría presentar el público a la cama, però voy a omitir esta parte. Si alguna buena moza quiere que le presente formalmente la cama, que me lo diga y yo se la presento encantado. ;)

Entonces, hechas las presentaciones, lo más habitual es dormir encima de esa cama. Y uno va a lo que va, a dormir, no a pegar brincos, ni a estudiar. Se llega, se acomoda, se cierran los ojos y a hacer quilómetros.


A veces hay que lidiar un poco con la cama por estar fría. La solución suele ser en dos variantes: dormir acurrucado y levantarse a la mañana siguiente con el pack "Pareciera que tengo 95 años de lo 'crujío' que estoy", o echarle imaginacion e imaginar que se esta corriendo la etapa contrarreloj del Tour de Francia (en esa segunda fase es fácil pasar del "me hielo" al "ahora tengo calor" en dos pedaladas de más).

Hasta aquí lo de todos los días. Por vivir lo mismo todos los días las noches uno no aprecia ni valora lo que le proporciona descanso. Pero muy de vez en cuando, a uno se le para el mundo al acostarse y se da cuenta de lo bien que le sienta el conjunto de elementos que conforman la cama. La almohada es firme y acoge la cabeza pero con suavidad. Las sábanas tienen una temperatura ideal, ni demasiado frías ni demasiado calientes, y el roce de la piel con ellas provoca una sensacion de suavidad tan grande que empiezan a aparecer por la mente ositos de peluche y abrazos. Y entonces es cuando uno se da cuenta de que, cada noche, la cama lo abraza incondicionalmente, velando por el descanso y comodidad del huésped, permitiendo así que éste sólo se tenga que centrar en una cosa: " hasta mañana..".